El hallazgo más sorprendente de los científicos en el Sáhara: nadie lo consigue entender
Este fenómeno fue descubierto en 1965 por astronautas de la NASA
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El desierto del Sáhara, con sus más de nueve millones de kilómetros cuadrados, es uno de los lugares más fascinantes y enigmáticos del planeta. Este vasto paisaje, que domina el norte de África, alberga montañas imponentes, antiguas ciudades de adobe, y restos de civilizaciones perdidas. Sin embargo, uno de sus secretos más sorprendentes es la Estructura de Richat, conocida popularmente como el Ojo del Sáhara. Este enorme círculo de 50 kilómetros de diámetro intriga a científicos y visitantes por igual. Su singularidad y colores vibrantes, que combinan verdes, marrones y azules, destacan incluso desde el espacio, lo que llevó a los astronautas de la misión Géminis de la NASA a utilizarlo como punto de referencia en 1965.
Durante décadas, la comunidad científica ha debatido sobre el origen de ésta curiosa formación. Aunque inicialmente se pensó que era el resultado del impacto de un asteroide, esta teoría fue descartada. Más tarde, se sugirió que la erosión causada por viento y agua dio forma al fenómeno. Estudios recientes proponen que podría haberse originado por la actividad tectónica que plegó capas de roca sedimentaria hace unos 542 millones de años, durante el periodo Proterozoico. Otros expertos apuntan a la influencia de una antigua ruta volcánica que habría elevado las rocas hacia la superficie. Aunque existen especulaciones más fantásticas, como atribuirlo a civilizaciones perdidas o extraterrestres, no hay evidencia que respalde estas ideas.
La fascinante historia del Ojo del Sáhara
En el corazón del inmenso desierto del Sáhara, en Mauritania, se encuentra uno de los fenómenos geológicos más fascinantes del planeta Tierra: el Ojo del Sáhara, también conocido como la Estructura de Richat. Esta formación, con un diámetro cercano a los 50 kilómetros, se distingue por sus anillos concéntricos que resaltan como un gigantesco ojo en medio de las arenas.
Fue descubierto en 1965 por astronautas de la NASA durante la misión Géminis, quienes lo identificaron como un punto de referencia visible desde el espacio. Aunque inicialmente se pensó que su origen se debía al impacto de un asteroide, estudios geológicos más recientes han señalado que se trata de una cúpula geológica erosionada, producto de millones de años de transformación natural.
El Ojo del Sáhara tiene un pasado que se remonta a más de 100 millones de años, posiblemente al período Cretácico, cuando África comenzaba a separarse de América del Sur. Durante este tiempo, las fuerzas tectónicas formaron una estructura abovedada que posteriormente se erosionó, exponiendo capas de roca dispuestas en círculos casi perfectos.
Estas capas, compuestas de diferentes materiales sedimentarios, ígneos y metamórficos, ofrecen un registro invaluable de la historia geológica del planeta. En el centro del Ojo se encuentran las rocas más antiguas, que datan de la era Proterozoica, hace más de 2,500 millones de años, mientras que las capas externas son mucho más jóvenes, con apenas cientos de millones de años.
La estructura ha sido objeto de múltiples investigaciones científicas y teorías, algunas más extravagantes que otras. Mientras que los estudios más serios sugieren que el Ojo se formó por el levantamiento de un domo geológico erosionado, otros han propuesto que podría ser el lugar de la mítica Atlántida.
Según ésta última hipótesis, los anillos concéntricos de la Estructura de Richat coincidirían con la descripción que Platón hizo de la legendaria ciudad perdida, rodeada por anillos de tierra y agua. Aunque esta teoría ha llamado la atención de muchos, la falta de evidencia científica la mantiene en el ámbito de la especulación.
Otro aspecto intrigante del Ojo del Sáhara son sus colores cambiantes, que varían entre tonos de azul, marrón y verde dependiendo de la luz, la estación del año y las condiciones climáticas. Este fenómeno se debe a la composición de las rocas, como la riolita y el gabro, que han sufrido alteraciones hidrotermales con el tiempo. Además, la erosión ha revelado materiales que interactúan con la humedad y la vegetación en las áreas más bajas, contribuyendo a esta paleta cromática única.
El aislamiento del Ojo del Sáhara, situado cerca de la ciudad histórica de Ouadane, en pleno desierto mauritano, lo convierte en un destino especial para los aventureros. Accesible únicamente mediante travesías en vehículos todoterreno, el viaje hasta la estructura ofrece la oportunidad de experimentar la majestuosidad del Sáhara en su forma más auténtico. Los visitantes que logran alcanzar éste remoto lugar pueden observar los anillos y contemplar de cerca las capas de roca que cuentan la historia del planeta, mientras disfrutan del silencio imponente del desierto.
En conclusión, el Ojo del Sáhara no sólo es un espectáculo visual y un enigma geológico, sino también un recordatorio de la magnitud y complejidad de los procesos que han moldeado la Tierra durante miles de millones de años. Aunque los mitos y leyendas en torno a su origen continúan alimentando la imaginación popular, la ciencia nos revela una historia igual de impresionante: una crónica de transformación natural que conecta con los orígenes de nuestro planeta.